La ciencia detrás de uno de los pilares de la IA tiene un origen tan inesperado como desconocido: palomas picoteando por comida
Imagina un misil guiado por una paloma. Suena absurdo, pero ocurrió en plena guerra: alguien propuso entrenarlas para picotear el objetivo desde una pantalla y redirigir así el proyectil. El sistema nunca se llegó a usar, pero dejó algo más potente que la anécdota: una forma de aprender basada en prueba, error y recompensa. La comparación ayuda a entender la lógica, pero no es literal: hoy no hay aves en los algoritmos; lo que se mantiene es la idea de reforzar conductas mediante señales. Esa…